Esta ocasión quiero hablarles de un padecimiento, que por muchos ha sido definido como la enfermedad del siglo. Ya ha sido estudiado por muchos expertos en el tema, que han llegado a la conclusión de que se trata de una epidemia, debido a los altos índices en los que se presenta dentro de la población mundial. Me refiero al estrés…
Es curioso ver cómo hemos minimizado este problema con el pasar de los años. Y como hemos aprendido a soportar este padecimiento, antes que buscar erradicarlo de raíz. Ahora parece casi normal estar estresado: el estrés en la pareja, el estrés en la economía, el estrés en la familia, el estrés en el noviazgo, el estrés en los estudios, el estrés en la iglesia, el estrés laboral, etc… Es un término común hoy en día. ¿Cómo puede ser esto posible?
Pues reflexionando en esto es que me decidí a escribir al respecto, pues más allá de las soluciones para este mal, que rondan por todas partes que van desde terapias y masajes hasta los más poderosos fármacos, yo estoy convencido que la única, verdadera e infalible solución para el estrés se encuentra en Dios y es justo lo que con ayuda del Señor voy a demostrarte en esta ocasión. Así que, por principio vamos a conocer que es exactamente lo que estamos enfrentando…
¿Qué es el estrés?
El estrés es un proceso que surge de las exigencias que recibe una persona de su entorno, mismas a las cuales debe responder con los recursos que tiene a la mano. Cuando las exigencias (trabajo, escuela, familia, economía, etc.) que recibe la persona son mayores a los recursos con los que cuenta, se desencadena una seria de reacciones emocionales negativas de las cuales podemos mencionar como las más importantes: la ansiedad, la ira y la depresión. Esta es la definición parafraseada del fisiólogo canadiense Selye, pionero en los estudios del estrés (1956).
Tomando en cuenta la definición que acabamos de leer podemos asumir que todos nosotros estamos expuestos a estrés durante nuestra vida, pues todos recibimos exigencias de nuestro entorno. El meollo del asunto es como hemos de responder a dichas exigencias, pues en su manera más simple y natural el estrés no es malo, es de hecho, un estado de alerta que nos permite percatarnos de situaciones ante las cuales debemos actuar oportunamente. Pero este “estrés bueno” se supone que debe alertar, ayudar a resolver la situación y regresar a un estado de calma donde no nos afecta ni nos agobia. Cosa que no sucede en la mayoría de los casos. Si no que se convierte en estado de alerta constante, que hace que determinada situación se convierta en preocupación y la pre - ocupación es ocuparse de algo que todavía no ha ocurrido y que puede o no acontecer en el futuro; es depositar nuestras energías en adelantarse a acontecimientos que tal vez no ocurran nunca.
Recuerdas cuando fue la última vez que te preocupaste?
--Justo mientras leo esto, estoy preocupado...podrías decir.
Vivimos preocupados, por el trabajo, por los estudios, los hijos, la familia, la salud, la economía, la pareja, por hacer felices a los que nos rodean, por la seguridad de los que amamos, etc. Y todo esto quizá sin ser consiente de ello, porque ya es un hábito. Pero después de un tiempo esas preocupación que parecen estar limitaras a nuestro lado interno, empiezan a manifestarse externamente, en nuestro físico y vamos sintiendo síntomas como: dolores de cabeza, tensión muscular, dolores de espalda, de cuello, gastritis, colitis, mareos, insomnio, desanimo, cansancio, nos volvemos intolerantes, tenemos altas y bajas en nuestro estado de ánimo, debilidad el sistema inmunológico, enfermamos con mayor frecuencia, entre otras cosa.
—Debe ser que estas estresado; tomate unos días de descanso, ve a que te den un masaje, escucha esta música relajante, prueba la aromaterapia, que te pongas agujas, o algo que venga de oriente!
Y lo cierto es que todas estas cosas pueden funcionar a nivel físico, es decir, lograras aliviar quizá con un masaje tu dolor de espalda y cuello, te sentirás mejor, tus músculos tensos se van a relajar y tendrás alivio. Pero solo estarás cubriendo los síntomas del estrés y no las causas que lo originan. Si tus preocupaciones te causan insomnio, probablemente lo soluciones con una pastilla que te haga dormir como un bebe, pero a la mañana siguiente la preocupación seguirá ahí, tu insomnio es un síntoma no el origen de tu preocupación.
Es como ir al médico porque tienes una uña enterrada que te está torturando y que tú sabes que la solución es sacarla; entonces el medico solo te da analgésicos para el dolor, tal vez algo de anestesia local para la molestia, te aliviara de momento pero el sufrimiento volverá una vez que pasen los efectos del medicamento, pues la uña enterrada sigue ahí. Entonces es necesario sacarla de raíz para permitir que crezca una nueva y sana…
Así es justo como debemos hacer con el estrés y la preocupaciones; debemos aprender a manejarlas desde el interior pues es ahí donde se originan. Y la buena noticia es que Dios es el experto en trabajar nuestro interior, así que nos dejaremos de tecnicismos e iniciamos con la terapia! Jejeje…
Lucas 10:38-41(NVI)
En su viaje hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos pasaron por un pueblo. Allí, una mujer llamada Marta recibió a Jesús en su casa. En la casa también estaba María, que era hermana de Marta. María se sentó junto a Jesús para escuchar atentamente lo que él decía. Marta, en cambio, estaba ocupada en preparar la comida y en los quehaceres de la casa. Por eso, se acercó a Jesús y le dijo:
—Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola, haciendo todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude.
Pero Jesús le contestó:
—Marta, Marta, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido, y nadie se lo va a quitar.
En este pasaje, vemos cómo es que el Señor nos pide que enfoquemos nuestra atención en El. Debemos ir primeramente ante su presencia, antes que enfocarnos en las preocupaciones. Así es como hizo María, dice que ella se sentó junto a Jesús para escuchar atentamente lo que decía. —Yo no creo que María haya sido una mujer perezosa. Seguramente su intención también era la de atender a Jesús y a los invitados. Pero en ese momento, lo más importante era escuchar lo que el Señor tenía para decir y en eso se enfocó. Esa debe ser nuestra prioridad también; debemos aprender a escucharlo antes de poner todas nuestras energías en atender las preocupaciones. Porque es precisamente de Dios que vendrá nuestro bienestar espiritual para afrontar cualquier angustia que nos aqueje.
Cuando surja la preocupación en tu vida inmediatamente ve a Dios en oración, presenta ante El tus cargas, y pide de su guía para afrontar tus crisis. No pidas milagros que te resuelvan las cosas como por arte de magia, pues si no estás listo para entender y aceptar la perfecta voluntad de Dios, quizás el milagro no ocurra y tu preocupación aumente. Pide fortaleza, guía, sabiduría, carácter, tolerancia, paciencia, fe si te hiciera falta. Es más factible que recibas estas cosas a manera de herramientas, con las cuales saldrás victorioso de tu crisis, pero para ello tendrás que poner manos a la obra, ninguna dificultad se supera permaneciendo sentado, sino estando en movimiento. Como recientemente escuche decir a una sierva de Dios:
—La oración va acompañada de acción.
Filipenses 4:6,7 (NVI)
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Aquí la biblia primeramente nos dice que no estemos inquietos (preocupados) por nada, y nos confirma que debemos presentar nuestras peticiones a Dios en oración; sin olvidar algo muy importante que es darle gracias. Y esta parte podría parecer de locos cuando nos encontramos en crisis. — ¿Cómo voy a dar gracias a Dios por esto que no me gusta y que no quiero?
El dar gracias no significa que queremos permanecer en la crisis, significa dependencia. Es la manera en la que le decimos a Dios que aceptamos su perfecta voluntad en nuestra vida, pero que estamos listos para superar esa prueba y ser levantados a niveles mayores. No reniegues de lo que ahora te pasa, para que Dios, viendo que le eres fiel en lo poco, te ponga sobre mucho. Y esto no es ser conformista, ni falto de sueños y aspiraciones, lo que te quiero decir, es que, al renegar de tu presente, reniegas de tu vida y reniegas de tu Creador, y eso no es agradable a Dios. En lo personal pienso que renegar de mi presente y de mi realidad es lo mismo que maldecir mi vida. Yo mismo soy padre y no me agradaría de que mis hijos fueran por la vida dudando de que yo los vaya a proteger de algún peligro, o que duden de si mañana van a poder comer o los dejare morir de hambre, o que pienses que su padre ya no los amara por que cometieron algún error o hicieron una travesura. No lo permitiría, yo quiero que ellos estén seguros de que yo siendo su padre los protegeré, les proveeré de lo que necesitan, y que los amo por sobre toda travesura que puedan cometer.
Pues Dios quiere lo mismo de nosotros, y no vernos renegando, dudando y teniendo temor de nuestras preocupaciones. Nos quiere ver confiados y seguros de que tenemos un Dios poderoso, un Padre amoroso que se preocupa de nuestras necesidades y nos libra de nuestras preocupaciones y ansiedades, sacándonos victoriosos de cada batalla que libremos en Fe.
Pero — Un momento! — No olvidemos la promesa de Dios que viene incluida en este pasaje, pues si llevo mis preocupaciones a Dios en oración y ruego, pidiéndole guía y agradeciéndole lo que ha hecho en mi vida (aun lo que no me agrada), entonces Dios me dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. —Que hermosa promesa! — ¿Tú has sentido alguna vez esa paz que menciona la biblia? — Yo si…
Y no es otra cosa que sentir la presencia de Dios habitando de continuo tu corazón y tu mente, cuando estas en medio de la crisis, es caminar firme y seguro aun en caminos difíciles, oscuros y llenos de obstáculos, porque Dios está contigo y si Dios está contigo no hay quien pueda detenerte para llegar a lo que Él tiene preparado para ti.
— ¿Y sabes que es lo que Dios tiene preparado para ti?
Jeremías 29:11 (NVI)
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
¿No tendría que ser esto más que suficiente para vivir sin preocupaciones innecesarias, y estar confiados en lo que Dios tiene preparado para nuestro futuro? — Yo creo que sí. Pero si no nos fuese suficiente y siguiéramos aferrados en preocuparnos por el futuro, Dios nos dice…
Mateo 6:34 (NVI)
Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.
El Señor quiere decirnos que no debemos estar enfocados más que en el presente, ya que es lo único en lo que tenemos “control”, el pasado ya fue, nada podemos hacer para cambiarlo, y el futuro solo le pertenece a Dios. Debemos vivir un día a la vez con Dios. Orar por la mañana encomendando tu día y sus preocupaciones, sin olvidar dar gracias, y salir a enfrentar la vida con todo lo que con el ello conlleva, pero ya no vas solo, sino con la presencia de Dios en tu corazón, y con esa paz que sobre pasa todo entendimiento y que te dará descanso. Harás lo mejor que este en ti para afrontar las dificultades que se te presenten. Y al final del día, iras de nuevo a la presencia de Dios en oración, agradeciéndole por haberte permitido vivir durante veinticuatro horas más en sus caminos, dejaras de nuevo tus cargas en sus manos y te iras a la cama a descansar como un bebe. Y al siguiente día empezamos de nuevo… Eso es vivir un día a la vez sin preocupaciones.
Si pudiéramos hacer de esto un hábito, estoy seguro que no estaríamos más con preocupaciones y estrés. Te invito a reflexionarlo y sobre todo a ponerlo por obra.
No sin antes decirte que en mi oración está el verte a ti, libre de todo estrés, preocupación, carga o crisis que pueda estar tribulando tu vida en estos momentos y mi mayor anhelo este día, es que Dios pueda abrir en ti, el entendimiento para recibir su palabra y el deseo de ponerla por obra para tu propio bienestar y para la Honra y Gloria de nuestro Señor Jesucristo. Que la Bendición y la Paz infinita del Padre sea contigo, todos los días de tu vida… Amén!
VicMan Ibáñez
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente;
no temas ni
desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas.
Josué
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